Hoy es Lunes de El Reporñero y tengo una misión muy especial, ya vieron en una entrada anterior, cómo es un día en la redacción de El Tepitazo, surgieron dudas, comentarios e inquietudes (recibimos más de 960 solicitudes de trabajo), pero lo que menos revuelo causó, fue un dato que el pendejo de Pepe Sosa dejó ir en la entrada sin salivita, sin avisar. El Reporñero pasó siete meses en prisión.
He recibido amenazas de muerte (no es cierto, pero todo mundo dice eso), invitaciones al cine, solicitudes de amistad en el Hi5, followers en twitter y un sinfín de contactos más, preguntándome “¿Pinche Reporñero, a quién robaste?” y he aquí la historia completa.
La Historia de Adrían: Siete meses, siete.
Hola, me llamo Adrián sin apellido, todos me apodan “El Ñero” y prefiero que la gente me llame así, no me gusta mi nombre, tengo treinta y un años y nací en el barrio de Tepito, omitiré la calle porque no me considero de aquí o de allá, soy de todo el barrio, todo el barrio es mi hogar.
Cuando contaba a penas dieciocho años y dos días, iba caminando sobre Avenida del trabajo ¿A qué altura? Pues a la del suelo, pendejos ¿No acabo de decir que iba caminando? Como sea, iba yo ahí en Avenida del trabajo, cuando una patrulla de la policía capitalina se me acercó, desde adentro me gritaron “Alto ahí, cabrón”.
No me dio tiempo ni de voltear a ver si era conmigo el pedo, de la patrulla bajaron dos policías y antes de que yo pudiera decir algo, me subieron en el asiento de atrás, quesque había robado una bodega.
Se me olvidaba decirles, eran las doce y cacho de la noche.
-Policía. A ver cabrón ¿En dónde están todos los aparatos que te robaste?
-Ñero. Pérese poli, si vengo de ver a mi novia.
-Policía. No te hagas pendejo, la bodega de Caridad, dime en dónde está tu banda ¿Quién te ayudó?
-Ñero. Poli, si me quisiera suicidar, mejor me pego un tiro antes que ir a robarle a nadie a Caridad, si nomás tengo la cara, jefe.
¡Pumm! El policía me dio santo putazo en el estómago que me sacó el aire, creí que me iba a ahogar.
-Policía. ¡Habla, hijo de la chingada! ¿En dónde escondieron todo?
-Ñero. Váyase a la verga, ya le dije que vengo de ver a mi vieja que vive en Florida y no se pase de pinche lanza pegándome, yo no hice nada.
¡Madriza! Ese día me cocieron a putazos en la patrulla, para cuando llegamos a la delegación, yo ya me echaba la culpa de todo lo que me dijeran… O bueno, casi de todo ¿Tú le disparaste a Juan Pablo II? Sí, mi jefe. ¿Tú bolseaste a Chuchita? Afirma, pareja. ¿Tu mataste al Mar Muerto? Lo dejé frío al puto. ¿Tu robaste la bodega de Caridad hace dos horas? Ni madre, yo no fui. Más madrazos y más incertidumbre.
Cuando me piden mis generales en la delegación, se dan cuenta de que tengo un acceso de cuando era morro, me había peleado con un güey y le desmadré la cara, así que ya tenía mi cierto antecedente, por nadita me deja mi jefa en el Centro Tutelar de Obrero Mundial, pero esa ya es otra historia.
-Ministerio Público. A ver, chango ¿En dónde tienen guardados los aparatos que se robaron de la bodega de Caridad?
-Ñero. No sé, yo iba caminando por Avenida del Trabajo y unos policías me subieron a la patrulla, me pegaron y me trajeron aquí.
-Ministerio Público. Si me dices en dónde están las cosas y las recuperamos, la chispas, yo te lo garantizo, de cabrones.
-Ñero. No sé, yo iba caminando por Avenida del Trabajo y unos policías me subieron a la patrulla, me pegaron y me trajeron aquí.
-Ministerio Público. No te hagas el macho, de todas formas con o sin tu ayuda, vamos a agarrar a tus compas, ayúdate, si encontramos las cosas, te vas liso, sin pedos.
-Ñero. No sé, yo iba caminando por Avenida del Trabajo y unos policías me subieron a la patrulla, me pegaron y me trajeron aquí.
-Ministerio Público. Tú lo quisiste, siempre pasa que el que más aguanta es al que le cargan todo el pedo, el que no raja se lleva su premio; al rato de chalán, vas a terminar siendo el jefe de la banda, pendejo. Oficial, llévese a éste pendejo a una galera.
Me fueron a botar a la pinche galera más triste de la Cuauhtémoc, olía a orines con mierda, me quitaron el cinturón, las agujetas y la cinta del gorro de mi sudadera que para que no me fuera a suicidar, les repetí lo mismo que al tira: “si me quisiera suicidar, me pego un tiro, duele menos”, pero les valió madre.
Como a las doce horas, nadie en mi casa sabía el pedo en el que yo estaba metido, nadie sabía porque yo vivo solo desde muy morro, así que cuando me dijeron ¿A quién le avisamos? yo no dije nada, no conocía a nadie al que le interesara que yo estuviera afuera o adentro, ni a mi novia, esa a la que fui a ver cuando me apañaron. Era nuestra primera cita.
Total que llegó un abogado, me dijo que la tenía muy torcida, que unos cábulas me habían reconocido y que le habían disparado al velador de la bodega, así que además del robo, me acusaban de asociación delictuosa, portación de arma de uso exclusivo del ejército e intento de homicidio ¿Y todo por qué? Por ir caminando a las 12 y cacho de la noche por Avenida del Trabajo. Por pendejo.
-Abogado. ¿Entonces cómo le hacemos? Hay testigos que te reconocen plenamente, incluido el velador al que le dispararon, yo digo que te declares culpable y te dejen la mínima, con buen comportamiento, sales en menos de cinco años.
-Ñero. No, jefe, esas son mamadas ¿Por qué voy a la banca cinco años por algo que YO NO HICE? Además, dices que me reconocen plenamente, vamos a carearnos.
-Abogado. Es que la llevas bien torcida, no sabes decir en dónde trabajas, no estudias, tienes domicilio en zona roja, te expresas como delincuente y te vistes igual, ni cómo ayudarte, mejor ya, déjate caer y veo cómo le hago para sacarte antes.
-Ñero. Son mamadas, que por cómo viste o hable uno, sea tratado. Pinches encajosos. Yo trabajo de todo, hoy barro, mañana ando de gritón, luego de cargador, luego en el frontón, luego conecto unas prenditas o lo que sea, le hago a todo porque no sé hacer nada y trabajo todo el día porque me da hueva tener horario, soy mandadera porque me molesta tener jefe, pero siempre honrado.
-Abogado. Mira, me caíste bien, déjame investigar más de los testigos y te cuento que pasó, mientras, aquí te quedas, no te vayas a ir.
-Ñero. Iba a salir a fumar un cigarro, pero mejor no, está duro el sol y eso del cáncer de piel es muy peligroso.
-Abogado. Así se habla.
En ese momento creí que me iba a ir bien torcido, que “le caí bien al abogado” era puro chorizo para que no le gritara, ahí en la garita ya había visto como tres escenitas de esas, pero yo no soy así, yo no me la creo y en ese momento pensé que el abogado había salido por patas, pero esa misma noche, llegó y me dijo…
-Abogado. Ten, te traje una torta y una coca. No vas a creer lo que averigüé.
-Ñero. Muchas gracias Lic. Me moría de hambre y no me alcanzó para comer aquí ¿Qué pasó?
-Abogado. Resulta que la bodega es propiedad de un delegado y necesitan acta levantada y sospechoso en custodia para poder cobrar el seguro, dicen que les robaron como cinco mil grabadoras y como dos mil aparatos de DVD, pero ya fui a ver la bodega esa y no cabe, no me cuadra lo que declararon, cada vez creo más en tu inocencia, Adrián.
-Ñero. Dígame “ñero” así me dicen todos, Adrián no me gusta.
-Abogado. Está bien, ñero ¿Cómo ves?
-Ñero. Pues mire Lic. Yo ando bailando la manzanilla en todas partes y le voy a decir una cosa, para meterse a robar a Caridad, se necesita un tanque de guerra y unos cuantos soldados, así que si le sigue rascando, va a ver como nadie los robó, vendieron todo de un madrazo y agarraron al primer pendejo que encontraron, aquí presente.
-Abogado. No había pensado en eso, pero tienes razón, voy a seguir investigando, te pueden tener aquí hasta setenta y dos horas antes de trasladarte a reclusorio, aunque según esto, hay otro detenido, voy a ver qué está pasando. Ten, te traje unos cigarros, cuídalos.
-Ñero. Gracias Lic. Cuando salga le juro que le voy a pagar hasta el último cigarro, así tenga que lavar su carro a diario durante dos años.
-Abogado. Te dije que me caíste bien, era en serio.
Después de eso no tuve muchas noticias, pude comer más o menos bien, vendiendo los cigarros que el Lic. me había dejado, a veces los intercambiaba por comida con otros pendejos o los vendía y con eso le compraba comida al custodio, hasta que llegó aquél cabrón, era un tipo como de un metro con noventa centímetros, hacia arriba y hacia los lados, lo metieron ahí acusado de haber golpeado a su vecino porque el otro había puesto la música muy alta y el pinche gordo estaba dormido, lo tuvieron como diez horas, que fueron las más largas de las ochenta horas que pasé ahí metido.
-Gordo. Dáme un cigarro.
-Ñero. No tengo.
-Gordo. ¿Si te los saco qué?
-Ñero. Pues qué rico, pero no tengo, valen cinco varos.
-Gordo. No te hagas el chistoso, pendejo, dáme un cigarro o te parto tu madre.
-Ñero. Pues me la partes, pero te quedas sin fumar, porque primero los aviento a la galera de enfrente, que regalarte ni madre.
El gordo volteó a ver a los demás pendejos que estaban ahí, había dos, medio fresitas, que cayeron por haber chocado en un BMW, se quisieron dar a la fuga y por eso el policía que los agarró, no les aceptó la mordida.
-Gordo. A ver putas, saquen todo su dinero.
-Fresa. Sácate goey ¿Qué te pasa?
¡Pack! el gordo le pateó la jeta y el fresa quedó inconsciente, el otro fresa empezó a gritarle al custodio, que nunca llegó, cuando el gordo terminó de hurgar entre las ropas del primer fresa, le dijo al otro “dame todo el dinero o te pasa lo mismo”, obvio el fresa dos aflojó más rápido que fichera del Tivoli, yo estaba asustado porque creí que lo había matado, pero me hice el cabrón.
-Gordo. (Aventando la moneda al suelo) Ahí están tus putos cinco varos, dame mi cigarro.
-Ñero. (Aventando el cigarro al suelo) Ahí está tu cigarro.
De pendejo iba a levantar la moneda, seguro al agacharme me revienta la cara de un putazo, lancé el cigarro tan lejos como pude, el gordo sonrió, al parecer se dio cuenta de lo que yo pensaba, se dio la vuelta y agarró el cigarro, entonces levanté mi moneda.
-Gordo. Préstame tu encendedor.
-Ñero. Son dos varos y yo te lo prendo.
-Gordo. (sonriendo) Si me regalas la prendida, ahí muere contigo.
-Ñero. *Le prende el cigarro*
-Gordo. ¿De dónde eres?
-Ñero. De Tepito.
-Gordo. Con razón le echas huevos, yo soy de la Morelos, me llamo Christian.
-Ñero. Con razón eres tan pasado de lanza, yo soy el ñero.
-Gordo. Jajajajá no mijo, aquí así es la vida, comes o te comen, yo prefiero comer ¿No?
-Ñero. Si tú lo dices, así será.
El gordo se pasó de lanza con otro güey al que le quitó la cobija, al terminar ese segundo día en la galera, salió rumbo a Santa Martha Acatitla, resulta que su vecino había fallecido y ahora estaba acusado de homicidio, que me perdone la familia de ese señor, pero valió la pena por el simple hecho de ver su cara de miedo cuando le informaron que le esperaban mínimo veinte años, le regalé un cigarro para el camino.
No volví a ver al pinche gordo Christian, al que sí vi, empezando mi tercer día como ratero por mayoría de votos, fue a mi abogado.
-Abogado. Ñero, ten, te traje dos tamales y un atole, apúrate a comer porque no dan chance de esto aquí, le di unos tamales al custodio para que me dejara entrar con ellos.
-Ñero. ¿Se quedó sin comer, Lic.?
-Abogado. Sí, pero saliendo me compro unos, no hay problema. Te tengo información y no sé si te guste.
-Ñero. Ya me esperaba algo así, sin nadie que te haga el paro aquí o sin dinero, no vales madre.
-Abogado. Qué pasó, Ñero ¿Qué crees que estoy haciendo aquí?
-Ñero. Siempre dicen que los abogados de oficio son huevones, que nunca ayudan, no digo que lo sea, la verdad se ha portado chido, trayéndome de comer o regalándome cigarros, pero no creo que le vaya a echar ganas, no tengo con qué pagarle si me saca.
-Abogado. ¿Quién te dijo que yo soy abogado de oficio?
-Ñero. ¿Ah no? ¿Entonces si no caigo en cana por robar, caigo por lo que le voy a deber?
-Abogado. No te preocupes por eso, créeme, es el menor de tus males, enfrentas una condena de mínimo veinticinco años, ya entraron intereses más tenebrosos y los testigos, solo ubican a un tipo moreno claro o medio; delgado, medio alto, de gorra, sudadera negra o azul, tenis y pantalón de mezclilla.
-Ñero. O sea que todos los güeyes de entre quince y treinta años en Tepito, fueron los rateros.
-Abogado. Exacto, eso es lo que quiero probar, que agarraron al primero que pasó, te digo, éste problema es por el seguro, no te van a soltar hasta que cobren ese seguro, los abogados de la aseguradora también están investigando, en este caso, pueden ser aliados y no enemigos.
Está de más decir que al cumplir setenta y dos horas no solo no me dejaron ir, me retuvieron varias horas más, luego salí directo al reclusorio Oriente, los involucrados cobraron su seguro y mi abogado fue capaz de demostrar que yo no tuve nada que ver en el supuesto robo, salí cuando el delegado que rentaba la bodega, enfrentó un cargo de fraude, encontraron las cosas robadas en una de sus propiedades y los otros dos majes que estaban cumpliendo por el mismo delito que yo, también quedaron libres, tuvimos suerte, porque pudieron haber sido siete años, pero ¿En realidad tuvimos suerte?
Nunca pude agradecerle lo suficiente a Joseph, mi abogado, que me ayudó cuando más lo necesité, que estuvo conmigo cuando estaba solo, haciendo mis días más llevaderos y siempre con una sonrisa en la cara, dispuesto a aligerar mi carga.
A día de hoy seguimos siendo amigos, no creo que nunca vayamos a dejar de serlo, porque en ésta amistad hay mucho más que dinero o culpabilidades, hay confianza y comunicación, lo estimo y lo quiero de verdad, nunca me cobró sus servicios de abogado ni he sabido por qué decidió representarme.
Luego de esa grata chingadera, Pepe me dio la oportunidad de reportear para El Tepitazo, dice que no le interesa que yo tenga títulos o diplomas, siempre y cuando cumpla mi trabajo, entre él y Juan, me ayudan y me orientan para hacer mi trabajo de la mejor forma, yo aprovecho que conozco a todo mundo para ir de preguntón, reunir la información y llevarla al Tepitazo, que como iniciativa me ha gustado un chingo, a pesar de todo lo que me ha pasado, agradezco haber nacido en esa tierra bendecida, en la que el que quiere comer, tiene para comer, la tierra que no le niega la oportunidad de crecer al que quiera crecer, en donde naces y y te desarrollas sin conocer la palabra “bullying” porque para ti es “carrilla”, para ti es el pan de todos los días, hoy te toca, mañana te desquitas.
Esa es la verdad de las cosas, no me gusta hablar del tema porque lo considero una mancha negra que no fue mi culpa, Pepe respeta eso y para ésta entrada, me pidió que lo aclarara solo por respeto al público, así que aquí está, mis carnales, la neta del planeta y el por qué estuve en prisión, no robé, maté o chingué a nadie, no soy así, trabajo como el más honesto y me llevo a la boca la comida limpia.
El próximo Lunes, una historia parecida ¿Se acuerdan de un carnal que estuvo cincuenta y ocho años en prisión siendo inocente? Pues ya tengo la entrevista, espérenla la próxima semana aquí, en su gustada sección azarosa, dicharachera, manchada y alburera.
El Reporñero.
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