los 10 mandamientos

SÁTIRA, LOS 10 MANDAMIENTOS DE HACE 2019 AÑOS

no escribirás, no bailarás, no gozarás...

Hace muchísimos años supuestamente tuvo lugar un acontecimiento imaginario que cambiaría el rumbo de la vida de millones de personas; según la tradición, los israelitas salieron pitando de Egipto, y más o menos a los dos meses…

Nota necesaria: No se sabe exactamente el tiempo porque como Cristo no había nacido, no existían las fechas tal y como hoy las manejamos, cuando preguntabas en aquel tiempo “Disculpe ¿Qué día es hoy?” la gente respondía “tres de Enero del 19 antes de Cristo” (por ejemplo) y el preguntón volvía a la carga “¿Y quién es Cristo, oiga?”, como nadie sabía responder a eso, simplemente ignoraban las fechas y se guiaban por el tiempo que hacía o por la luz y la oscuridad, una vez aclarado el punto del tiempo, sigamos con el relato…

Les decía que más o menos dos meses después de haber salido de Egipto, la banda israelí llegó al monte Sinaí, también conocido como Horeb y del que iba a hacer un chiste, pero no quiero aparecer en el periódico de mañana, así que prosigo. En dicho monte, se encontraba un arbusto conocido como “El arbusto ardiente”, este dato es 100% neta (entendiendo como neta lo que sale de la biblia, que tampoco ha de ser neta neta, pero yo no inventé el nombre del arbusto) y desde el cual, Dios habló a Moisés.

Pausa necesaria: El arbusto ardiente, es el nombre que se le da a cierto arbusto de cualidades venenosas que no llegan a ser mortales a menos de que se ingiera una gran cantidad de hojas, pero que es irritante al tacto, cuenta la leyenda que un día se encontraba un egipcio con cierto malestar estomacal, así que raudo y veloz se posó a un costado del arbusto, se subió su vestidito (no sé cómo se le llama a la ropa egipcia) y procedió a  liberar sus intestinos, al terminar se dio cuenta para su desgracia que no llevaba ni unos kleenex, ni calcetines, ni siquiera un boleto del metro, nada. Así que se vio en la penosa necesidad de limpiarse con las hojas que tuvo más a la mano, que hasta ese día eran conocidas como “Las hojas del arbusto que dan dolor de barriga”, luego de la experiencia de ese egipcio, el nombre del arbusto cambió a “Arbusto ardiente”. Gracias a Juan Pérez que nos brindó muy amablemente éste dato histórico, prosigamos con el relato…

Dios grabó sus mandatos divinos en dos tablas hechas de piedra y se las otorgó a Moisés, todo esto sucedía en el monte Sinaí. Luego mientras Moisés bajaba del monte, vio cómo su pueblo estaba adorando a un becerro de oro (¿adorando al oro? ¿Qué eran? ¿Pastores cristianos de Brasil?) así que Moisés hizo un berrinche de esos cabrones y destruyó las tablas de piedra, yo no pude partir un molcajete con un bate de beisbol, pero Moisés hizo añicos dos tablas de piedra con sus propias manos, eso es un entripado y no payasadas.

Luego de haber roto su obra y como buen religioso, Moisés le pidió perdón a Dios, creemos que el diálogo fue algo así:

-¿Qué pasó, mano? ¿Para eso te di las tablas de piedra que elaboré con mis propias manos? ¡Ya ni la chingas!

-Agarra la onda, señor, voy bajando del monte sin meterme con nadie, yo en mi rollo, cuando veo a estos cabrones alabando a un pinche becerro de oro, no me chingues, habiendo tablas de piedra ¿Quién coño se pone a alabar a un becerro de oro?

-Ya sé cabrón, pinches ídolos chafas, yo adoraría no sé; a un luchador chingón, a un cantante, a un payasito, pero ¡Un becerro de oro!

-Pues ya canijo, una disculpa, no se vuelve a repetir.

-No, espérate, ahorita van a ver esos cabrones de lo que soy capaz.

-Relax mi Jehová, no te sulfures, esos vatos dicen que si les hablas se mueren, que mejor les hable yo y ya tú hablas conmigo, ya sabes como es la banda religiosa, de todo se asustan.

-Última vez que salen con sus payasadas… ¡Becerros de oro!

Luego de eso la historia no fue clara, Dios sí que se molestó, se la pasó regañando a Moisés durante cuarenta noches, de la cumbre del monte salían rayos y todo el mundo cagado de miedo, hasta que un día, Moisés bajó todo asustado y con un reglamento en forma: diez mandamientos que procedían directamente desde Dios, diez leyes que no debemos desobedecer y diez lineamientos que en aquel entonces parecían coherentes, vamos a conocerlos…

Los 10 mandamientos de la ley de Dios:

I. Amarás a Dios por sobre todas las cosas.

Debes de amarlo más que a tus hijos; a tu madre, a tu esposa, a tu mascota, a tu carro, a la cerveza, la pizza y todas aquellas cosas que ya ames, ojo, el mandamiento no es excluyente, no te prohíbe amar otras cosas, simplemente hay que amar más a dios ¿Ves qué bonita ley? Muy inclusiva y eso que se escribió hace más de dos mil años. Y los gobiernos de hoy se creen progresistas ¡Pfff! (Ojo, si lo que amas es de tu mismo sexo, entonces el mandamiento aplica diferente)

II. No tomarás el Nombre de Dios en vano.

Éste no lo entiendo, pregunté a un experto y me comentaba que el segundo mandamiento se refería a no estar “mentando” el nombre de dios en vano, lo que no sé es si las palabras “Cristo”, “Jesús”, “Padre todo poderoso” y el montón de sinónimos existentes aplican, porque he conocido a un par de cristianos que (literal) no se quitan al Cristo Jesús de la boca, entonces están violando uno de los mandamientos flagrantemente. (jajaja, nos vemos en el infierno)

III. Santificarás las fiestas.

Este mandamiento tampoco lo entendía, así que le pregunté al mismo experto, me indicó que se refiere a que debes (por obligación) dedicarle al menos un día a la semana al descanso, a convivir con tu familia y a ocuparse de “las cosas de Dios”… No entendí si un día a cada una o un día para las tres, pero al menos en mi caso personal, no me alcanza el tiempo, vivo en pecado. (No, estar bebiendo cerveza en el sillón todo el domingo viendo fútbol, no es dedicarle tiempo a tu familia. Pecador.)

IV. Honrarás a tu padre y a tu madre.

Amor correspondido, cuando tus padres sean viejos, encárgate de ellos, considero que como premisa inicial no está nada mal, las implicaciones extras cada quien las sabe, ya que son diferentes en cada familia.

V. No matarás.

Aquí me voy a permitir una opinión personal, no creo que la tajante frase “no matarás” sea conveniente, porque imaginemos que nuestra vida corre peligro, estamos en una situación de vida o muerte ¿Qué hacer? ¿dejarse matar para cumplir con los mandamientos? ¿Defenderse y preservar la vida? Si la ley del hombre hace excepciones (defensa propia), no veo por qué la ley de dios deba de ser tan cerrada (*risas grabadas*), al final se supone que él es misericordioso y nos entiende ¿No? además (como veremos más adelante) se supone que controla nuestros pensamientos, siendo así; él sabrá que actuamos en defensa propia y seguro que nos perdonará, sí, seguro a Moisés le dio flojera apuntar todo y solo aceptó los términos y condiciones sin leer.

VI. No cometerás actos impuros.

Seguramente Freud trataría de equiparar o integrar éste mandamiento con el de “Honrarás a tu padre y a tu madre”, cometer “actos impuros” se refiere completamente al sexo, pero ¿Qué es un acto impuro? La masturbación, las parafilias, las desviaciones, TODO.

En realidad no lo sé, si tomamos en cuenta la teoría del famoso psicoanalista, las pulsiones de vida y muerte rigen nuestro destino en forma de decisiones (parafraseo, no sean quisquillosos) así que si tomo una decisión basado en mis instintos sexuales ¿Cuenta como acto impuro? y peor aún, si esos instintos sexuales no van dirigidos a mi esposa por la iglesia ¿Es pecado? Creo que a éste mandamiento le falta una buena pulida (*guiño*) porque no puede ser que dios se ande metiendo en mis decisiones si ya me concedió el libre albedrío ¿Cierto? De otra forma parecerá “haz lo que quieras, pero cuando lo hagas, te voy a castigar” y así no nos gusta vivir, con miedo no. (Ojalá hubiera un mandamiento “no secuestrarás o aterrorizarás” serían más útiles)

VII. No robarás.

Estoy de acuerdo, no hay que robar, siempre hay opciones, pero el simple hecho de escribirlo, me trajo a la mente la historia de un hombre desesperado que no podía pagar los medicamentos de su hijo, ese hombre se encontraba en tal predicamento que literalmente tenía que escoger entre pagar el medicamento de su hijo enfermo o comer, como es obvio; el hombre eligió las medicinas.

De regreso a su casa, un asaltante lo amenazó con un cuchillo “¡Dame las medicinas!”, le dijo, nuestro protagonista (que era muy católico) le pidió compasión “mi hijo está muy enfermo”, a lo que el asaltante respondió “el mío también” y le arrebató las medicinas, nuestro amigo confiado en dios, no tuvo otra opción que regresar a su casa y ver a su hijo caer más y más grave en su enfermedad hasta que un día falleció, el asaltante, por otro lado, vio a su hijo sentirse mejor, salir de la enfermedad y crecer para contarlo. Dos personas en una idéntica situación, dos formas de actuar muy diferentes ¿Cuál de ellos eres tú?

VIII. No dirás falso testimonio ni mentirás.

Mentir, esa virtud de la que solo gozan los seres humanos, maquillar la verdad, omitir. Muchos somos buenos y otros no tanto, pero todos lo hacemos, regreso a un dilema parecido al del punto anterior.

Un hijo, en el lecho de muerte de su madre, la señora lo presiente pero no lo sabe con certeza, tiene las horas contadas, el hijo se acerca a su lado  y le sonríe, “madre, ¿cómo te sientes?”, la señora le dice “bien hijo, pero por favor dime ¿Qué tengo? ¿Qué te dijo el doctor?”, el hijo miente y le dice “nada mamita, descansa que necesitas recuperar fuerza, la fiesta de tres años de tu nieto es en una semana y tienes que estar bien”, él sabe que su mamá no llegará a mañana, pero no la quiere agobiar, quiere que sus últimos momentos sean felices; esperanzadores. Tres horas más tarde la señora ha muerto ¿Él es un mal hijo? ¿Es un asqueroso pecador?

IX. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

El noveno… tan difícil de cumplir, imposible diría yo, la mente es el último recinto del ser humano, hay quien es capaz de meterse en ella y alterarla, pero nuestra naturaleza nos permite ser impredecibles, el ser humano solo sabe de lo que es capaz hasta que se encuentra en una situación límite, todos lo sabemos. Entonces ¿Por qué no se me permite pensar? Si usted, querido lector, pretende darle vuelta a mi pregunta, argumentando que “únicamente se prohíben los malos pensamientos”, déjeme decirle que eso es pura basura, los pensamientos “malos” son nuestra forma de desahogo, si no tuviéramos pensamientos “malos”, lo más seguro es que acabaríamos acuchillando a nuestra esposa, hijos, vecinos o cualquiera que nos haya causado el más leve malestar.

Dejar viajar la mente sirve para que en el mundo real no sucedan cosas horripilantes, si le interesa; busque casos de gente que un día decidió “acabar con todos”, en su trabajo o escuela ¿Se imagina si no pudiera ni pensar? Creo que ya habría matado a miles de haber podido.

Esto convierte al noveno mandamiento en el incomprensible y no aceptable, nadie; ni dios, tiene derecho a decirte qué pensar.

X. No codiciarás los bienes ajenos.

Vivo en una sociedad capitalista, que continuamente me bombardea con comerciales de productos que no necesito, pero que “harían mi vida más fácil” ¿No me puedo permitir soñar? Por suerte yo cuento más de tres décadas en mi andar y no caigo tan fácil en eso de la mercadotecnia, compro la marca de agua más barata (sí, aunque no tenga minerales y no sea baja en sodio), compro el mismo cereal que me gusta desde que era niño, mis pantalones me han durado muchos años y uso mis zapatos hasta que se rompen, no soy un gran consumidor, pero cuando uno quiere comprar algo, se encuentra en una encrucijada, si a usted no le pasa, le felicito, cuide su empleo y su situación actual, espero le dure muchos años.

Muchas veces sí quiero comprarme algo en el súper o en la calle y viene el dilema: “¿De verdad lo necesito? ¿En serio lo quiero?”, el 95% de las veces digo “NO” y ahí queda el problema, lo malo es cuando uno crece en un barrio como el mío, en donde tienes que trabajar para tener algo, ves a tu madre y a tu padre trabajar toda su vida y tener lo justo, nunca lujos, mis vacaciones eran a Acapulco, a las grutas de Cacahuamilpa, a Tepetongo o a balnearios y lugares por el estilo, nunca fui a Disneylandia a Egipto o al mar caribe, pero veía gente que lo hacía y que sus lujos, viajes y gastos salían de actividades ilícitas, evidentemente deseaba esa vida, cuando eres niño no mides consecuencias, no te interesa el cómo, tú solo quieres tener, divertirte y ser “cool” ¿Cierto? ¿Eso me convierte en un pecador al mismo nivel que el que roba para darse la gran vida? ¿Por qué se me prohíbe desear? ¿No es acaso el deseo la gasolina del motor conocido como motivación?

Deberían cuando menos puntualizar el mandamiento, porque yo en éste momento deseo un auto nuevo, y si nos ceñimos al mandamiento, aunque yo pase a diario por la agencia y vea el auto que deseo con tantas ganas, sigue siendo de un “prójimo”, él lo pone ahí para que el que tenga dinero se lo lleve, pero sigue siendo propiedad de otro, esto de dejar de pecar con el pensamiento está imposible.

Y al final.

Por suerte ahí terminaron los mandamientos, básicamente todo es pecado ¿Pensaste “pinchi vieja”cuando tu mamá no te dejó ir a aquella fiesta? PECADOR. ¿Deseaste esos tenis tan bonitos que viste en el aparador? PECADOR. ¿Alguna vez le diste el avión a tus padres? PECADOR. ¿Haz utilizado frases como “por dios” o “gracias a dios que…”? PECADOR. ¿Has trabajado en algún lugar en el que (aunque sea por temporada) no se descanse ni un día a la semana? PECADOR. ¿Amas más a tus hijos, madre, padre, esposa, esposo, que a un hipotético dios? PECADOR.

Nos vemos todos en el infierno, si no es que ya estamos en él.

Pepe Sosa.

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