Albures, Albures Groseros, albures Mexicanos en una conversación interesante
Hola mis carnales, aquí llegó el Reporñero, como cada Lunes, hoy vamos a hablar del arma que se dispara con saliva, del ripote, de la peligrosidad de la gente del barrio, pero los verdaderamente peligrosos, no los cobardes que agreden con una arma por cualquier cosa, que son aquél o que se sienten, no carnales, hoy vamos a conocer los albures, esa ágil práctica que te despedaza entre carcajadas, tan inocente como un “aaaa travieso muchachito” que nos obliga a ser rápidos, a reaccionar en el momento porque “después de tres segundos es de ardilla, muñeco”.
Para conocer tan noble práctica, vamos a echar mano de un recurso tan viejo como efectivo, la entrevista, de la mano del maestro José Mentecho que hace de una tarde de verano, una delicia cuando uno está escuchando su elocuente plática, por desgracia, yo lo entrevisté el sábado pasado, es decir, entrandito el invierno, pero de todas formas la cosa agarró calor, vamos con la entrevista:
-Maestro José, cuéntenos un poco acerca del albur en México, por ejemplo, de la historia, de tiempo atrás.
-Cómo no, mire don Reporñero, se tiene registro histórico, de que este boleto empezó allá por mil cuatrocientos no me acuerdo, en el mítico pueblito de San Jasmeo, al norte de Tejeringo el Chico, tierra del chile mascabel, el chile pasilla y la macisa de cerdo en su mole, un platillo exquisito que le recomiendo pruebe lo antes posible.
-Y usted, maese Mentecho ¿cómo fue que aprendió el arte sutil de los albures? porque me habían contado que cruzar dos palabras con usted era quedar empalado, pero veo que no, que solo me querían espantar.
-Cuando era niño, mi padre (Don Juan José Mentecho) tenía una pulquería en Granaditas, en donde le despachaba baba a todos los borrachines, ahí aprendí a decir cosas entre líneas, escuchando a los más viejos y chingones o como dice doña Lourdes Ruiz, ahí aprendí a jugar ajedrez mental.
-Qué interesante don José, y dígame ¿Ha recibido alguna especie de formación especial para ser tan habilidoso en el albur?
-Para nada, mi ñero amigo, aunque si he recibido alguna ayuda no me he dado cuenta, yo soy fiel seguidor de San Casteabro, patrono de los gandules, hacedor de milagros verbales y el santo de toda mi devoción, dicen que murió como un mártir, ahogado en un mar de leche ¿le echo todo el choro o con eso tiene?
-No se preocupe, yo me daré a la tarea de investigar la historia de San Casteabro, que me parece muy interesante, pero no me ha contado nada de usted, de la persona, no del alburero ¿Es casado? ¿Tiene hijos?
-No y sí, no soy casado pero sí tengo hijos, con la que alguna vez fue mi amor, se llamaba Mónica Galindo, era la cosa más hermosa que usted pudiera imaginar, con decirle que hasta nos íbamos a casar, en una iglesia pequeñita, de un pueblo michoacano (Sumosotlán el grande), el cura que ya nos iba a dar la bendición, un joven padre conocido como “el Cura Melo” no tenía la autoridad suficiente y el padre encargado de esa parroquia, el Cardenal Gas Das, no quiso; que no habíamos cubierto la cuota, que no nos habíamos confesado, que la novia no venía virgen, que chi, que no y total que no quiso, y nunca tuvimos otra oportunidad.
-Qué trágico y ¿De qué murió doña Mónica? en paz descanse.
-Yo nunca dije que haya muerto, ella vive todavía, pero nos separamos hace veinticinco años, porque le vi la cara de pendeja con una comadre (de muy buen ver) que se llama Alma María Fierro, oriunda del barrio de la Merced, que no por la fama de su barrio, vaya usted a pensar que era vendedora de caricias, se dedicaba a vender telas, pero ese es otro cuento.
-Muy interesante, y ya que estamos platicando de personas que estuvieron o vivieron en el barrio ¿Nos podría contar algo más de Tepito?
-Agárrate, porque ese es el tema que más me gusta ¿sabe amigo ñero (aunque suene redundante), qué barrio es el más peligroso?
-No, señor.
-Es Tepito de noche, pero no por los ladrones o los gandallas, sino porque hay mucho espíritu suelto en el barrio, mucha alma en pena, víctimas de justicias e injusticias, pero a la muerte eso le vale madre, si no te tocaba, andarás vagando así hayas caído por la punta justiciera o por la bala traicionera.
-Esto se está poniendo muy tétrico ¿Por qué no hablamos de otra cosa? Por ejemplo ¿Cuál es su comida favorita?
-No tengo una comida favorita, pero soy fan de muchas cosas; el chile en papas, el salpicón de buche, el chile en barras de calabaza, la mojarra de salchicha, calabacita rellena de queso, frijolitos de apisaco y un montón de platillos que son parte de nuestra basta cocina mexicana, en general diría que mi comida favorita, es la mexicana.
-¿Algún consejo que le pueda dar a nuestros lectores para que mejoren sus albures?
-Que busquen siempre la jiribilla, conozcan un montón de sinónimos de las partes del cuerpo más privadas y otro montón de sinónimos de lo que se conoce como la unión de una tuerca y un tornillo o mojar la brocha, echar pata, ponerle peluca al collac, desflemar el cuaresmeño, sacarle punta al lápiz, pulir el rifle, organizar una pelea de chinos, darle gusto al gusto o como lo conoce la RAE: tener relaciones sexuales.
-Maestro, por último ¿quisiera darnos un ejemplo de albur? Para que los lectores más fresitas y pipiris nais los conozcan, porque durante toda la plática no hubo ni uno.
-¡Aaaayyy ñerito! Nunca cambies.
Así terminó la entrevista con Don José Mentecho, líder moral de la plebada tepiteña, jefe de facto del honorable ejército de léperos y mal hablados de Tepito, la Morelos, La Veinte de Noviembre, la Candelaria, La Merced y anexas. Por desgracia no quiso mostrarnos su ágil lengua a la hora de alburear, pero nos contó de su vida, que ya es algo. Nos vemos la próxima semana mis carnales, abusados con los albures, no se les vaya a aparecer Benito Camelo, alias “el Coyote Cojo”, el Agapito López Caste o doña Pilar Godoy, que son gente de cuidado.
El Reporñero.
Nota del Redactor:
La pasada entrada, pudo usted, querido lector, ser testigo de una bárbara demostración de albures más o menos obvios, más o menos conocidos y más o menos buenos, todo en tono de humor y con la consigna “flojito y cooperando” que le dimos al reporñero, la historia real es distinta, la verdadera autoridad del albur en el barrio, es una gran señora de nombre Lourdes Ruiz (La Reina del Albur), campeona de albures desde el año 1997, pocas personas tan hábiles e inteligentes, han visto mis ojos, porque sí, querido lector, doña Lourdes es comerciante de Tepito, puede usted encontrarla ejerciendo su noble labor en la calle de Tenochtitlan, en un puesto y a veces ella misma da talleres de albur en el centro de Estudios Tepiteños de la Ciudad de México o en la Galería José María Velasco, les prometo que voy a tomar uno y les traeré fotos y muchos más albures mexicanos.
Ésta gran señora, conocida también como “La Verdolaga Enmascarada”, hace honor a su apodo, rifa como los grandes a la hora de alburear, pero es el albur fino, del que su seguro servidor no tiene ni puñetera idea, ese del que Don José Mentecho, el Reporñero o cualquier letrado sabihondo de la RAE, quedan asombrados y pasmados de la sutileza con la que ésta señora maneja las palabras, las hace como quiere, las cacha en el aire y ni cuenta te das, sólo de hablar de eso me pongo nervioso ¿A poco no me ven que sudo?
Esa es la historia brevísimamente contada, de la Reina del Albur, le voy a pedir a El Reporñero que le haga un reportaje especial a ella, porque se lo merece ¿O no?
Pepe Sosa.